ALFABETIZACIÓN BÍBLICA
Por qué es importante conocer la Palabra de Dios
En una de las poderosas enseñanzas de Jesús conocida como “La parábola del sembrador”, hizo dos poderosas declaraciones:
Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón… Las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! (Mateo 13:19-23 NTV)
Según la enseñanza de Jesús, existen cuatro tipos de oyentes, y sólo el “buen oyente” es la tierra fértil en la que la Palabra de Dios echa raíces y da mucho fruto para Su Reino.
La Biblia es la revelación de Dios y nos invita a probar un conocimiento cada vez mayor de Él para vivir la vida más plena posible.
Ser ávidos estudiantes de la Biblia nos ayuda a:
- Entender el Evangelio de Jesús,
- Distinguir la verdad del error,
- Discernir ideologías antibíblicas, y
- Convertirnos en discípulos efectivos de Jesús.
Veamos de cerca cada uno de estos beneficios.
1. Entender el Evangelio de Jesús
Jesús solo enseñó un evangelio y es El Evangelio del Reino. Toda la Biblia gira en torno a ello. Es único. Es exclusivo. Y está solo muy por encima de todas las religiones jamás conocidas en la humanidad. Es un Reino. Tiene un Rey. Tiene Leyes. Un idioma. Un estilo de vida peculiar. Exige lealtad total. Entrega completa de nuestra propia voluntad al Rey. Existe entre nosotros, dentro de nosotros, y está a nuestro alcance. Este es el Evangelio que Jesús predicó. Confesar a Jesús nos lleva al umbral de Su Reino. Profundizar en la Biblia nos permite conocerlo más íntimamente.
A lo largo de la historia de la humanidad, se han enseñado diferentes enfoques con énfasis en buenos hábitos como la caridad, la prosperidad, la generosidad y la positividad. El Evangelio del Reino incluye tales atributos pero está mucho más allá de lo “bueno” porque no es de este mundo ni es hecho por el hombre. Es divino.
El Evangelio del Reino se trata de establecer la voluntad de Dios Rey en la tierra.
Este es el Evangelio que Jesús predicó y comisionó a Sus discípulos a continuar esparciendo. Exige arrepentimiento, obediencia y entrega total hasta la muerte. El mensaje del reino de Jesús se resume en una palabra ―arrepentimiento:
Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. (Mateo 4:17 LBLA)
Arrepentirse significa alejarse del pecado. En hebreo, se conoce como teshuvá. Hacer teshuvá significa volvernos a Dios comprometidamente.
¿Qué es ser un ciudadano del Reino de Dios? Es poner a Dios primero por encima de todo donde Él toma el primer lugar incluyendo sobre su cónyuge, sus hijos, padres, mascotas, amigos, trabajo, carrera, pasatiempos y a uno mismo. Cuando Él es el primero, todo lo demás en nuestras vidas se alinea.
Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33 LBLA)
¿Qué rasgos y valores exhiben los ciudadanos del Reino de Dios en su vida diaria? Rasgos que se asemejan a nuestro Padre celestial: justicia, rectitud, misericordia, amor, santidad (ser apartado).
La rectitud y la justicia son el cimiento de tu trono; el amor inagotable y la verdad van como séquito delante de ti. (Salmos 89:14 NTV)
Pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo». (1 Pedro 1:15-16 NTV)
2. Distinguir la verdad del error
Los marcados contrastes entre el texto bíblico y las doctrinas hechas por el hombre son fáciles de detectar. Lo que se parece a la verdad, suena como la verdad y aparentemente actúa como la verdad es un territorio peligroso para abordar.
Jesús solo predicó un sermón conocido como el “Sermón del Monte” que se encuentra en los capítulos 5 al 7 del libro de Mateo. Aquí el Señor Jesús amplía el significado de las leyes dadas al pueblo judío comúnmente conocido como la “Ley de Moisés” o “La Torá” que incluye los primeros cinco libros de la Biblia. En hebreo, Torá significa instrucción divina. En una serie de declaraciones de “oísteis decir… pero yo os digo…”, Jesús amplió el entendimiento del código del Reino para vivir. ¡Y Él NO lo hizo fácil!
Jesús llegó al corazón de los humanos, ya que de él manan todas las cuestiones de la vida. Por ejemplo, para evitar el adulterio, Jesús dijo que ni siquiera mires a una mujer con lujuria porque hacerlo ya es pecar en el corazón. Para evitar cometer un asesinato, dijo que no nos enojáramos con nuestro hermano porque la ira lleva al asesinato. ¡Y ni se nos ocurra llamarlo un idiota porque eso nos pone en peligro de arder en el infierno!
Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: «Raca» [arameo, insensato o inútil] a su hermano, será culpable delante de la corte suprema; y cualquiera que diga: «Idiota», será reo del infierno de fuego. (Mateo 5:22 LBLA)
En Su único sermón, Jesús habló sobre problemas reales de la vida en la tierra y cómo tratarlos. Abordó el tema del sufrimiento, el asesinato, el adulterio, el divorcio, los juramentos, la injusticia, el odio, la venganza, la caridad, la oración, el perdón, el ayuno, la preocupación, la ansiedad, el juzgar, valorar, la persistencia, la confianza, cómo tratar a los demás, hacer lo correcto, evitar falsos maestros, escuchar y obedecer. (Ver Mateo capítulos 5 al 7).
Ciertamente no podemos vivir justamente por nuestra cuenta. Y ese es el punto que Jesús hizo. Nunca podremos cumplir con los altos estándares de Dios para una vida santa. Necesitamos un Salvador, un intermediario que pueda ayudarnos a estar bien con Dios. Ese es Jesús. ¡Gracias a Dios por la sangre de Jesús que nos limpia de todo pecado! Y gracias a Dios que tenemos el Espíritu Santo para aconsejarnos, guiarnos y fortalecernos para hacer la voluntad de nuestro Padre celestial.
Jesús proporcionó el estándar para vivir como miembros del Reino de los Cielos.
¿Cómo podemos diferenciar entre el verdadero y falso Evangelio? El fruto. Jesús dijo:
Así que, por sus frutos los conoceréis. (Mateo 7:15-20 LBLA)
3. Discernir ideologías antibíblicas
Uno de los mayores ataques contra nuestra fe hoy en día es ideologías que se oponen al conocimiento de Dios establecido en Su Palabra. Adoptar tales modos de pensar nos insensibiliza a las leyes morales de Dios. Si cedemos es porque no conocemos la Palabra de Dios.
Podríamos pensar de que esto es nuevo pero el apóstol Pablo lo trató en su tiempo y su consejo está escrito para nuestro provecho. Pablo abordó esta guerra de ideologías antibíblicas en su carta a los Corintios:
Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. (2 Corintios 10:3-5 NVI)
Analizando de cerca el texto, el apóstol Pablo aclara que:
- Estamos en una guerra espiritual.
- No estamos luchando de una manera “como lo hace el mundo”, sino que usamos las armas que tienen el poder de Dios.
- Nuestras armas son tan poderosas que pueden derribar “fortalezas”.
- Esas fortalezas son “argumentos y altivez”, es decir toda mentalidad que se opone al consejo divino establecido en la Palabra de Dios.
- Vencemos esas fortalezas (ideologías, argumentos) al confrontarlas a la luz de la verdad de la Palabra de Dios.
Cualquier pensamiento o mentalidad sobre cualquier cosa en la vida que presente una perspectiva contraria a la Palabra de Dios es una fortaleza, un argumento fundado en el orgullo y la arrogancia contra lo que Dios ha establecido. Es el viejo truco de engaño de Satanás con algunos ajustes modernos personalizados para la era de hoy. Es profesional. Pulido. Experto. Suena bien. Huele bien. Y a veces puede resultar convincente. Un noventa y nueve por ciento de verdad mezclado con un uno por ciento de mentira sigue siendo un engaño.
El método de Satanás no ha cambiado. Funcionó de maravilla para él en el Jardín del Edén y todavía funciona de maravilla para él hoy. Sus argumentos se oponen al consejo de Dios y tuercen sutilmente la Palabra de Dios hasta convertirla en engaño.
- La oposición: “¡Eso no es lo que Dios dijo!”
- El engaño: “Él sabe que el día que comáis del árbol que Él dijo que no comieran, ¡serán como Él sabiendo el bien y el mal!” (Ver Génesis 3:1-7)
El engaño camuflado con la verdad sigue siendo engaño.
Para cada ley, mandamiento e instrucción escrita en la Biblia para nuestro beneficio y protección, Satanás tiene un argumento en contra. Él hace que el argumento sea tan convincente que todos hemos caído en su trampa de que la hierba es más verde al otro lado. Una vez que estamos del otro lado, nos damos cuenta de que ¡ni siquiera hay hierba! Nos encontramos sintiéndonos llenos de vergüenza. Desnudos. Tontos. Acusados. Despojados de nuestra voz.
Las mentalidades (fortalezas, argumentos) de hoy que se oponen a la Palabra de Dios están afectando a individuos, familias, congregaciones, ciudades y naciones enteras.
El problema: el analfabetismo bíblico
No conocemos la Palabra de Dios. Por lo tanto, caemos presa fácil en las mentiras del enemigo al abrazar argumentos que se oponen al consejo de Dios. La herramienta que Satanás está usando para mantenernos alejados del estudio efectivo de la Palabra de Dios es la ocupación. Estamos demasiado ocupados con la saturación de información, bombardeados de todo tipo de enseñanzas, libros y blogs que demandan nuestra atención y nuestros calendarios permanecen llenos de actividades que nos mantienen entretenidos lejos del diario estudio de la Palabra de Dios.
El resultado: la frialdad espiritual
Al estar vacíos de la Palabra de Dios en nuestros corazones, fácilmente bebemos la horchata de los argumentos modernos que nos insensibilizan de los principios establecidos en la Palabra de Dios. Estos argumentos cubren todos los temas relacionados con la vida, de la familia al matrimonio a la santidad de la vida humana y el comportamiento moral en general. Los preceptos bíblicos se consideran antiguos, arcaicos y eliminados. Sin embargo, son estos cimientos antiguos los que guardan el secreto de la verdad y de una vida abundante. A pesar de que vivimos en la era más brillante de información, nos vemos espiritualmente ineptos.
La solución: volvernos a Dios
Hacer Teshuvá. Alejarnos del pecado. Regresar a Dios de todo corazón. Dejar de estar enamorados del mundo y volver a enamorarnos de la Palabra de Dios. No podemos decir que amamos a Dios si no estamos enamorados de Su Palabra. La Biblia es nuestra guía de instrucción, nuestra vanguardia, y consejera que establece el estándar para vivir la vida más plena posible. Al estar separados de Su Palabra, nos separa del conocimiento de Dios. Y estar separados del conocimiento de Dios nos deja vulnerables a abrazar todo tipo de filosofías creadas por el hombre que se levantan contra el consejo de Dios.
4. Ser discípulos efectivos de Jesús
El Evangelio del Reino es uno de discipulado. Podemos encariñarnos con Jesús y ser un convertido, o podemos amarlo y ser Su discípulo.
Ser discípulo del Rey significa obedecer lo que Él dice. Como en una relación de maestro-alumno, padre-hijo, amo-esclavo. Ser discípulo de Jesús no es fácil. Requiere ser diferente. Apartado. Impopular. Cualquier enseñanza que haga que el Evangelio del Reino parezca un viaje fácil no es el Evangelio que Jesús predicó.
Jesús advirtió a aquellos que querían ser sus discípulos:
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. (Mateo 16:24 LBLA)
Jesús también aconsejó:
Si alguno viene a mí, y no aborrece [poner a Dios primero] a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:26-27 LBLA)
Dios requiere devoción total. Si no somos completamente leales hasta el punto de estar dispuestos a morir por Jesús, entonces no podemos ser Sus discípulos. Pero a aquellos que desean ser Sus discípulos, Jesús prometió descanso para el alma agotada:
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. (Mateo 11:29 LBLA)
Ser discípulo de Jesús es negarnos a nosotros mismos, estar dispuestos a morir por Él, tomar Su yugo y seguirlo diariamente, y al hacerlo encontraremos la vida eterna.
Jesús le dijo (a Marta): —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto. Todo el que vive en mí y cree en mí jamás morirá. (Juan 11:25-26 NTV)
Para ser discípulos de Jesús y vivir como ciudadanos del Reino de Dios debemos convertirnos en ávidos estudiantes de la Biblia. Y para interpretar la Biblia correctamente, debemos entenderla en su contexto cultural hebreo.