ALFABETIZACIÓN BÍBLICA
Por qué es importante conocer la Biblia
Como maestros en el cuerpo de Cristo, vemos la necesidad de educación en el conocimiento de la Biblia. Nuestra misión es inspirar a los creyentes a enamorarse de la Palabra de Dios.
Es importante conocer la Biblia para:
- Entender el Evangelio de Jesús
- Distinguir la verdad del error
- Resistir mentalidades antibíblicas
- Convertirnos en discípulos efectivos de Jesús
Veamos cada una de estas razones de cerca.
1. Entender el Evangelio de Jesús
Jesús solo enseñó un evangelio y es El Evangelio del Reino. Toda la Biblia gira en torno a ello. Es único. Es exclusivo. Y está solo muy por encima de todas las religiones jamás conocidas. Es un Reino. Tiene un Rey. Tiene Leyes. Un idioma. Un estilo de vida peculiar. Exige lealtad total. Entrega completa de nuestra propia voluntad al Rey. Existe entre nosotros, dentro de nosotros, y está a nuestro alcance. Este es el Evangelio que Jesús predicó. Confesar a Jesús nos lleva al umbral de Su Reino. Profundizar en la Biblia nos permite conocerlo.
A lo largo de los tiempos, se han enseñado diferentes “evangelios” o enfoques con énfasis en la prosperidad, la gracia, la santidad, la generosidad, el pensamiento positivo y, en la era moderna, el evangelio de “Yo”, donde el enfoque gira en torno a lo que yo quiero que Dios haga por mí para hacerme sentir tranquilo y que todo estará bien.
El Evangelio del Reino se trata de establecer la voluntad de Dios el Rey en la tierra.
Este es el Evangelio que Jesús predicó y comisionó a Sus discípulos a continuar. Exige arrepentimiento, obediencia y entrega total hasta la muerte. El mensaje del reino de Jesús se resume en una palabra―arrepentimiento:
Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. (Mateo 4:17 LBLA)
Arrepentirse significa alejarse del pecado. En hebreo, se conoce como teshuvá. Hacer teshuvá significa volvernos a Dios.
¿Cómo es ser un ciudadano del Reino de Dios? Es poner a Dios primero por encima de todo, incluyendo a su cónyuge, sus hijos, padres, mascotas, amigos, trabajo, carrera, pasatiempos y a uno mismo. Cuando Él es el primero, todo lo demás en nuestras vidas se alinea.
Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33 LBLA)
¿Qué rasgos y valores exhiben los ciudadanos del Reino de Dios en su vida diaria? Rasgos que se asemejan a nuestro Padre celestial: justicia, rectitud, misericordia, amor, santidad (apartado).
La rectitud y la justicia son el cimiento de tu trono; el amor inagotable y la verdad van como séquito delante de ti. (Salmos 89:14 NTV)
Pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo». (1 Pedro 1:15-16 NTV)
2. Distinguir la verdad del error
Los marcados contrastes entre el texto bíblico y las doctrinas hechas por el hombre son fáciles de detectar. Lo que parece la verdad, suena como la verdad y actúa como la verdad es un territorio peligroso para abordar.
Jesús solo predicó un sermón conocido como el “Sermón del Monte” que se encuentra en los capítulos 5 al 7 del libro de Mateo. Amplifica el significado de las leyes dadas al pueblo judío comúnmente conocido como la “Ley de Moisés” que incluye la primeros cinco libros de la Biblia. En una serie de declaraciones de “oísteis decir… pero yo digo…”, Jesús amplió el entendimiento del código del Reino para vivir. ¡Y Él no lo hizo más fácil!
Jesús llegó al corazón de los humanos, ya que de él manan todas las cuestiones de la vida. Por ejemplo, para evitar el adulterio, Jesús dijo que ni siquiera mires a una mujer con lujuria porque hacerlo ya es pecar. Para evitar cometer un asesinato, dijo que no nos enojáramos con nuestro hermano porque la ira lleva al asesinato. ¡Y ni se nos ocurra llamarlo un idiota porque eso nos pone en peligro de arder en el infierno! Ay.
Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: «Raca» [arameo, insensato o inútil] a su hermano, será culpable delante de la corte suprema; y cualquiera que diga: «Idiota», será reo del infierno de fuego. (Mateo 5:22 LBLA)
¡Ups! ¡Creo que todos hemos fallado en esto!
En Su único sermón, Jesús habló sobre problemas reales de la vida en la tierra y cómo tratarlos. Abordó el tema del sufrimiento, el asesinato, el adulterio, el divorcio, los juramentos, la injusticia, el odio, la venganza, la caridad, la oración, el perdón, el ayuno, la preocupación, la ansiedad, el juzgar, valorar, la persistencia, la confianza, cómo tratar a los demás, hacer lo correcto, evitar falsos maestros, escuchar y obedecer. (Ver Mateo capítulos 5 al 7).
Ciertamente no podemos vivir justamente por nuestra cuenta. Y ese es el punto que Jesús hizo. Nunca podremos cumplir con los altos estándares de Dios para una vida santa. Necesitamos un Salvador, un intermediario que pueda ayudarnos a estar bien con Dios. Ese es Jesús. ¡Gracias a Dios por la sangre de Jesús que nos limpia de todo pecado! Y gracias a Dios que tenemos el Espíritu Santo para aconsejarnos, guiarnos y fortalecernos para hacer la voluntad del Rey Jesús.
Jesús proporcionó el estándar para vivir como miembros del Reino de los Cielos.
¿Cómo podemos diferenciar entre el verdadero y falso Evangelio? El fruto. Jesus dijo:
Así que, por sus frutos los conoceréis. (Mateo 7:15-20 LBLA)
3. Resistir mentalidades antibíblicas
Uno de los mayores ataques contra nuestra fe hoy en día es las mentalidades que se oponen al conocimiento de Dios establecido en Su Palabra. Adoptar tales modos de pensar nos insensibiliza a las leyes de Dios. Si cedemos es porque no conocemos la Palabra de Dios.
Podriamos pensar de que esto es nuevo pero el apóstol Pablo lo trató en su tiempo y está escrito para nuestro provecho. Pablo abordó esta guerra de mentalidades en su carta a los Corintios.
Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. (2 Corintios 10:3-5 NVI)
Mirando de cerca este texto, Pablo aclara que:
- Estamos en una guerra espiritual.
- No estamos luchando de una manera “como lo hace el mundo”, sino que usamos armas que tienen el poder de Dios.
- Nuestras armas son tan poderosas que pueden derribar “fortalezas”.
- Las fortalezas son “argumentos y altivez”, es decir toda mentalidad que se opone al consejo divino establecido en la Palabra de Dios.
- Resistimos esas fortalezas (mentalidades, argumentos) al confrontarlas a la luz de la verdad de la Palabra de Dios.
Cualquier pensamiento o mentalidad sobre cualquier cosa en la vida que presente una perspectiva contraria a la Palabra de Dios es una fortaleza, un argumento fundado en el orgullo y la arrogancia contra lo que Dios ha establecido.
Es el viejo truco de engaño de satanás con algunos ajustes modernos personalizados para la cultura actual. Es profesional. Pulido. Experto. Suena bien. Huele bien. ¡Y por Dios es tan convincente! Pero es un engaño, no obstante.
El método de satanás no ha cambiado. Hizo maravillas para él en el Jardín del Edén y le sigue funcionando hoy.
- La oposición: “¡Eso no es lo que Dios dijo!”
- El engaño: “Él sabe que el día que comáis del árbol que Él dijo que no comieran, ¡serán como Él sabiendo el bien y el mal!” (Ver Génesis 3:1-7)
El engaño camuflado con la verdad sigue siendo engaño.
Para CADA ley, mandamiento e instrucción escrita en la Biblia para nuestro beneficio y protección, el diablo tiene un argumento en contra. Él hace que el argumento sea tan convincente que todos hemos caído en su trampa de que la hierba es más verde al otro lado. Una vez que estamos del otro lado, nos damos cuenta de que ¡ni siquiera hay hierba! Nos encontramos sintiéndonos llenos de vergüenza. Desnudos. Tontos. Acusados. Despojados de nuestra voz.
Las mentalidades (fortalezas, argumentos) de hoy que se oponen a la Palabra de Dios están afectando a individuos, familias, congregaciones, ciudades y naciones enteras.
El problema: el analfabetismo bíblico
No conocemos la Palabra de Dios. Por lo tanto, caemos fácilmente en las mentiras del enemigo al abrazar argumentos que se oponen al consejo de Dios. La herramienta que el diablo está usando para mantenernos alejados del estudio de la Palabra de Dios es la OCUPACIÓN. Estamos demasiado ocupados con la saturación de información, bombardeados de todo tipo de enseñanzas, libros y blogs que piden nuestra atención y nuestros calendarios permanecen llenos de actividades en abundancia que nos mantienen entretenidos lejos del detenido estudio de la Palabra de Dios de manera constante todos los días.
El resultado: la frialdad espiritual
Al estar vacíos de la Palabra de Dios en nuestros corazones, fácilmente bebemos la horchata de los argumentos modernos que nos insensibilizan de los principios establecidos en la Palabra de Dios. Estos argumentos cubren todos los temas relacionados con la vida, de la familia al matrimonio a la santidad de la vida humana y el comportamiento moral en general. Los preceptos bíblicos se consideran antiguos, arcaicos y eliminados. Sin embargo, son estos cimientos antiguos los que guardan el secreto de la verdad y de una vida abundante. Vivimos en la era más brillante de información, pero somos espiritualmente ineptos. ¡Gracias a Dios que esto es reparable!
La solución: volvernos a Dios
Hacer Teshuvá. Alejarnos del pecado. Regresar a Dios de todo corazón. Dejar de estar enamorados del mundo y volver a enamorarnos de la Palabra de Dios. No podemos decir que amamos a Dios si no estamos enamorados de Su Palabra. La Biblia es nuestro libro de instrucciones, nuestra salvaguarda, consejera y guía que establece el estándar para vivir una vida agradable a Dios. Al estar separados de Su Palabra, nos separa del conocimiento de Dios. Y al estar separados del conocimiento de Dios, nos deja vulnerables a abrazar todo tipo de mentalidades y filosofías que se levantan contra del consejo de Dios.
4. Ser discípulos efectivos de Jesús
El Evangelio del Reino es uno de discipulado. Podemos encariñarnos con Jesús y ser un convertido, o podemos amarlo y ser Su discípulo.
Ser discípulo del Rey significa obedecer lo que Él dice. Como en una relación de maestro―alumno, padre―hijo, amo―esclavo.
Ser discípulo de Jesús no es fácil. Requiere ser diferente. Apartado. Impopular. Cualquier enseñanza que haga que el Evangelio del Reino parezca un viaje fácil en la vida no es el Evangelio de Jesús.
Jesús dijo a los que querían ser sus discípulos:
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. (Mateo 16:24 LBLA)
Negarnos a nosotros mismos. Tomar nuestra cruz diaria. Estar dispuestos a morir por Su causa. ¡Guau!
Hay más…
Si alguno viene a mí, y no aborrece [poner a Dios primero] a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:26-27 LBLA)
El Rey debe ser el primero. Y si no somos completamente leales hasta el punto de estar dispuestos a morir por Él, entonces no podemos ser Sus discípulos.
Y no olvidemos el yugo…
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. (Mateo 11:29 LBLA)
En resumen, ser un discípulo de Jesús es negarnos a nosotros mismos, estar dispuestos a morir por Él, tomar Su yugo, y seguirlo diariamente.
Probablemente esté pensando: “¡Eso no es para lo que me inscribí cuando recibí a Jesús en mi corazón!” Rendirse a Jesús va más allá de las emociones en el altar. Requiere un compromiso y lealtad total.
Con razón Jesús dijo:
No comiences sin calcular el costo (Lucas 14:28 NTV)
Ser discípulo de Jesús es una vida de entrega total a Su voluntad. Probablemente se esté preguntando… “Si estoy dispuesto a dar mi vida por el Rey Jesús, ¿qué hay para mí?” ¡Vida eterna en Él!
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta. (Mateo 16:25-27 LBLA)
Para ser discípulos de Jesús y vivir como ciudadanos del Reino de Dios debemos convertirnos en ávidos estudiantes de la Biblia. Y para interpretar la Biblia correctamente, debemos entenderla en su contexto cultural hebreo.